DÍA 20 - EL AMOR REORGANIZA NUESTRAS PRIORIDADES
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Filipenses 4:13
¿Has notado que cuando la gente se enamora sus prioridades cambian? Si una amiga íntima se enamora, probablemente te des cuenta de que tiene menos tiempo para pasarlo contigo porque su prioridad es pasar tiempo con su interés amoroso. No es algo personal. Es natural y normal. ¿Por qué? Porque el amor reorganiza nuestras prioridades. Y nuestras prioridades revelan a quién y qué amamos.
Cuando voy a Misa, algo que he notado una y otra vez es que cuando escucho profundamente el Evangelio, y reflexiono sobre cómo aplicarlo a mi vida, siempre me desafía a reorganizar mis prioridades. El Evangelio es una invitación al amor, y si aceptamos esa invitación nuestras prioridades cambiarán inevitablemente.
Esta Consagración es también una invitación a amar la Eucaristía más profundamente y más completamente que nunca. Y el resultado de este viaje será el cambio de prioridades.
Muchas personas pierden amigos a medida que crecen espiritualmente. No lo digo para disgustarte, sino para que seas consciente de una situación con la que te puedes topar, para que le encuentres sentido cuando llegue. Nuestras prioridades cambian a medida que crecemos espiritualmente, y por eso nos interesamos menos en hacer cosas que no nos ayudan a seguir creciendo. Esto puede incluir cosas que nos encantaban hacer en el pasado. Y si era algo que nos gustaba hacer con los amigos, puede ser difícil para ellos entender por qué han cambiado nuestros intereses. Esta es una oportunidad para compartir con ellos el nuevo y hermoso camino que has descubierto. Algunas personas estarán deseosas de saber más sobre lo que has experimentado, y otras se resistirán. Algunas personas pueden incluso rechazarte porque tu mera presencia las desafía a cambiar y crecer.
Experimentarás la misma atracción del Espíritu Santo en la otra dirección. Cuando estoy cerca de una persona santa, alguien que es humilde y realmente se esfuerza por crecer espiritualmente, siento esa atracción. La presencia de esa persona me desafía a refinar aún más mis prioridades. A veces tengo hambre de eso, y a veces me resisto. Pero el Espíritu Santo se agita dentro de mí, tratando de captar mi atención, de conducirme y guiarme a nuevas alturas.
¿Cómo están cambiando tus prioridades a medida que avanzas en esta Consagración de treinta y tres días? ¿Qué es más importante para ti que hace veinte días? ¿Qué es menos importante?
La Presencia Eucarística de Dios reorganiza nuestras prioridades. Como discípulos de Jesús, un aspecto de la Gloria Eucarística que estamos invitados a experimentar es sentarnos a sus pies y permitirle que guíe y dirija nuestras vidas.
Pásate hoy por la iglesia unos minutos si puedes. Siéntate con Dios y permítele que reorganice tus prioridades. Nunca serás más feliz que cuando permites que Dios establezca las prioridades y la agenda de tu vida.
Confía. Entrégate. Cree. Recibe.
LECCIÓN
El amor reorganiza nuestras prioridades. Nuestras prioridades revelan a quién y qué amamos..
VIRTUD DEL DÍA
Amar: la virtud del amor nos permite preocuparnos por el otro incluso más de lo que nos preocupamos por nosotros mismos. Es un desbordamiento de la bondad que Dios pone en tu corazón. El amor nos da la gracia de hacer grandes y pequeños sacrificios sin albergar ninguna mala voluntad o resentimiento hacia el objeto de nuestro amor. Con cada acto de amor, con cada sacrificio por amor, crece nuestra capacidad de amar.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Jesús,
creo que Tú estás verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Cada día anhelo más de Ti.
Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Ya que no puedo recibirte sacramentalmente en este momento, Te invito a que vengas y habites en mi corazón.
Que esta comunión espiritual aumente mi deseo de la Eucaristía.
Tú eres el sanador de mi alma.
Quita la ceguera de mis ojos, la sordera de mis oídos,
la oscuridad de mi mente,
y la dureza de mi corazón.
Lléname de gracia, sabiduría y valor para hacer Tu voluntad en todas las cosas.
Señor mío y Dios mío, acércame a Ti más que nunca.
Amén.
