DÍA 19 - PRIMERO, ÚLTIMO Y ÚNICO
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Filipenses 4:13
A mis hijos les encanta el béisbol y su pasión por el juego es contagiosa, así que me he fascinado con el juego y todas las lecciones de vida que enseña. Hace poco vimos a un gran jugador en su último partido y me pregunté cómo sería para él saber que salía al campo por última vez. Llevaba haciéndolo desde que era un niño. Le encantaba. Pero ahora estaba llegando a su fin. ¿Y qué daría por jugar un partido más, una serie más, una temporada más? Pero no puede. Tarde o temprano, a todos los jugadores de béisbol se les dice que no pueden jugar más.
A algunos se lo dicen cuando son niños, a otros en la escuela secundaria, a algunos en la universidad o en las ligas menores, y a algunos después de una rica y completa carrera profesional. Ese día puede aplazarse con talento y esfuerzo, pero llegará. Piensa en tu deporte favorito y en tu jugador favorito de la historia de ese deporte. ¿Cómo crees que fue para ellos jugar su último partido? ¿Qué
tipo de emoción crees que lo embargó? ¿Qué tipo de nostalgia siente todavía por ese deporte? Son experiencias y emociones muy fuertes, pero no deja de ser un juego. Hay cosas mucho más importantes.
Ávila es una pequeña ciudad situada en una colina a una hora al noroeste de Madrid, en España. Allí nació Santa Teresa de Ávila, una de las místicas y escritoras católicas más grandes de todos los tiempos. Escribió mucho sobre muchos temas y a menudo reflexionaba sobre su amor y aprecio por la Eucaristía:
«Jesús se da cuenta de que somos débiles y sabe que los obreros deben nutrirse con ese alimento».«¿Crees que este alimento celestial no proporciona sustento, incluso a estos cuerpos, que no es una gran medicina incluso para los males corporales? Yo sé que lo es. Son bien conocidas las maravillas que este pan sacratísimo efectúa en quienes lo reciben dignamente».
Hay una iglesia en Ávila, construida sobre el solar de la casa natal de Teresa. En la sacristía, donde los Sacerdotes se preparan para la Misa, hay un gran crucifijo de madera en la pared. El crucifijo está rodeado por estas palabras pintadas en la pared.
«Sacerdote de Jesucristo, celebra esta Santa Misa como si fuera tu primera Misa, tu última Misa, tu única Misa».
Ahora, déjame hacerte una pregunta: si solo pudieras ir a Misa una vez en toda tu vida, si solo pudieras recibir la Eucaristía una vez, ¿qué tan satisfecho o insatisfecho estarías de cómo participaste en Misa el domingo pasado?
Este es mi reto de hoy. A partir de ahora, cada vez que vayas a Misa, participa como si fuera tu primera Misa, tu última Misa, tu única Misa.
Imagina que solo pudieras participar en Misa una vez más antes de encontrarte con Dios para el Juicio Final. ¿Cómo te prepararías? ¿Qué ropa te pondrías?
¿Qué intenciones llevarías a esa Misa? ¿Por quién rezarías sabiendo que no lo volverías a ver en esta vida?
No sé cuándo será tu última Misa. Pero sí sé que la mejor manera de prepararte para ese día es acercarte a cada Misa a la que tengas la bendición de asistir como si fuera la primera, la última y la única.
Confía. Entrégate. Cree. Recibe.
LECCIÓN
Cada vez que vayas a Misa, participa como si fuera tu primera Comunión, tu última Comunión, tu única Comunión.
VIRTUD DEL DÍA
Preparación: la virtud de la preparación es un estado de prontitud, especialmente para la muerte, el juicio y el Cielo..
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Jesús,
creo que Tú estás verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Cada día anhelo más de Ti.
Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Ya que no puedo recibirte sacramentalmente en este momento, Te invito a que vengas y habites en mi corazón.
Que esta comunión espiritual aumente mi deseo de la Eucaristía.
Tú eres el sanador de mi alma.
Quita la ceguera de mis ojos, la sordera de mis oídos,
la oscuridad de mi mente,
y la dureza de mi corazón.
Lléname de gracia, sabiduría y valor para hacer Tu voluntad en todas las cosas.
Señor mío y Dios mío, acércame a Ti más que nunca.
Amén.
