DÍA 11 - MAXIMILIANO KOLBE: NO HAY AMOR SIN SACRIFICIO
«Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Colosenses 3:2
Nuestro amor por la comodidad elimina el sacrificio de nuestras vidas, y no hay amor sin sacrificio, por lo que nuestra obsesión por la comodidad está eliminando el amor.
En un mundo que puede ser frío y duro, violento y a veces brutal, los santos demuestran que nuestra humanidad tiene un lado mejor. Nuestro mejor lado es amable y cariñoso, compasivo y gentil. Los santos fomentaron este lado mejor con disciplinas espirituales y actos de servicio amoroso. Estos actos exigían sacrificios personales que pueden vincularse directamente a la Cruz a través de la Eucaristía.
Maximiliano Kolbe demostró la fuerza del amor y del sacrificio en medio de la brutalidad de la Alemania nazi. Su momento de abnegación heroica fue una demostración épica de generosidad. Frente a la fría indiferencia, fue un momento de amor ardiente. Frente a la brutalidad atroz, fue un momento de rendición gentil.
Kolbe era Sacerdote en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial. Después de que Alemania invadiera Polonia, organizó un hospital provisional en el monasterio donde vivía, con la ayuda de algunos hermanos que permanecieron allí. Entre 1939 y 1941 dieron cobijo y atención a miles de refugiados que huían de la persecución nazi. Esto incluyó esconder de los alemanes a más de 2.000 hombres, mujeres y niños judíos.
El centro de la vida diaria del monasterio era la adoración perpetua del Santísimo Sacramento. Kolbe reconoció el mal al que se enfrentaba el mundo y llamó a la oración constante ante la Eucaristía. El auge del mal llevó a Kolbe a situar a Jesús en el corazón de su comunidad. Estas fueron sus palabras a las personas: «Jesús es el primer ciudadano de Niepokalanow [el monasterio de Kolbe], el Hermano mayor y Esposo de las almas, presente en la Eucaristía. Él nos hace hermanos. Él calienta nuestros corazones con el amor mutuo».
Finalmente, el monasterio fue clausurado. Kolbe fue arrestado por la Gestapo y enviado a Auschwitz. En julio de 1941 un hombre escapó del campo. El subcomandante eligió a diez hombres para matarlos de hambre en un búnker subterráneo con el fin de disuadir a los demás de intentar escapar. Uno de los elegidos gritó: «¡Mi mujer! ¡Mis hijos!». Kolbe se ofreció voluntario para ocupar su lugar. Tras dos semanas sin comida ni agua, Maximiliano Kolbe era el único con vida. Los guardias lo mataron con una inyección letal para poder reutilizar el búnker. Murió el 14 de agosto.
La historia del cristianismo está plagada de sacrificios grandes y pequeños que reflejan el amor del sacrificio de Jesús en la Cruz en todo lugar y tiempo. La abnegación y el sacrificio por el bien de los demás es otro rico tema que recorre la vida de los santos.
Nuestros tiempos modernos parecen adictos a la comodidad y alérgicos al sacrificio. Ambas posturas hacen que la vida cristiana sea, como mínimo, difícil y, como máximo, imposible. Para amar, y amar profundamente, tenemos que estar dispuestos a renunciar a alguna comodidad y asumir algún sacrificio.
El amor a la comodidad es una forma de adoración a uno mismo. Dejemos a un lado nuestra fijación con la comodidad y adoremos al único Dios verdadero adoptando el espíritu de sacrificio que Jesús abrazó en la Cruz.
Nuestra disposición a hacer sacrificios por los que amamos es una de las formas en que damos peso a las palabras: «Te amo». ¿Y de dónde viene el valor, la fuerza y la gracia para hacer sacrificios que dan vida? De Jesús en la Eucaristía. San Maximiliano Kolbe escribió: «Jesús, Tú vienes a mí y Te unes íntimamente a mí en forma de alimento. Tu Sangre corre ahora en la mía, Tu Alma, Dios Encarnado, compenetra la mía, dándole valor y apoyo. ¡Qué milagros! ¡Quién lo hubiera imaginado!».
Maximiliano Kolbe había dado su vida por otras personas miles de veces antes de aquel día en Auschwitz. Puede que tú y yo nunca nos encontremos en una situación así, pero cada día está lleno de oportunidades para ocupar el lugar de otra persona. Cada vez que lo hacemos, es un Momento Santo. Es un momento eucarístico. ¿Qué pequeño sacrificio estás dispuesto a hacer hoy por otra persona?
Confía. Entrégate. Cree. Recibe.
LECCIÓN
No hay amor sin sacrificio. El amor es indispensable para un cristiano y, por lo tanto, también lo es el sacrificio. Haz cada día pequeños sacrificios que demuestren claramente tu amor a Dios y al prójimo.
VIRTUD DEL DÍA
El sacrificio: la virtud del sacrificio realza el sentido de nuestra existencia. La capacidad de dejar a un lado nuestros deseos y preferencias personales, sin esperar nada a cambio, es una prueba de la nobleza de la persona humana. Deja que tu egoísmo dé paso al amor y abrazarás con entusiasmo los sacrificios de la vida cotidiana.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
Jesús,
creo que Tú estás verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento de la Eucaristía.
Cada día anhelo más de Ti.
Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma.
Ya que no puedo recibirte sacramentalmente en este momento, Te invito a que vengas y habites en mi corazón.
Que esta comunión espiritual aumente mi deseo de la Eucaristía.
Tú eres el sanador de mi alma.
Quita la ceguera de mis ojos, la sordera de mis oídos,
la oscuridad de mi mente,
y la dureza de mi corazón.
Lléname de gracia, sabiduría y valor para hacer Tu voluntad en todas las cosas.
Señor mío y Dios mío, acércame a Ti más que nunca.
Amén.
